Porque por un lado contabilizamos los más de 35.000.000 de casos de personas enfermas por COVID-19 y 1.000.000 de muertes en más de 200 países en todo el mundo. Y por otro las consecuencias colaterales con diagnósticos tardíos, otros enfermos no tratados y más factores de riesgo para enfermedades letales.
Mientras sigan aumentando los casos y aún sin disponer de una vacuna sólida para una entrega segura y generalizada, se necesitarán adaptaciones del estilo de vida para el presente y el futuro.
Mientras tratamos de contener la propagación del virus, los adultos pasamos más tiempo en casa. La prueba reciente indica que: los niveles de actividad física han disminuido en un 30% y el tiempo sentados ha aumentado en un 30%.
Esta es una preocupación importante porque,
la inactividad física y el comportamiento sedentario son factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, obesidad, cáncer, diabetes, hipertensión, enfermedades óseas, depresión y muerte prematura.
Hasta la fecha, más de 130 autores científicos de todo el mundo han proporcionado comentarios relacionados con la COVID-19 sobre estas preocupaciones. Muchos expertos han destacado la importancia de la creciente conducta de vida sana y otras formas de afrontamiento, simultáneo
no de una sino de dos pandemias, contra la COVID-19 y la inactividad física.
Solo la inactividad física da lugar a más de 3 millones de muertes por año y una carga mundial de 50.000 millones de dólares de los EE.UU. Se requiere una acción inmediata para facilitar la actividad física durante la pandemia COVID-19, ya que es una forma eficaz para promover la buena salud, prevenir las enfermedades y reforzar la función inmune del cuerpo.
Por consiguiente, es de suma importancia que entre toda la comunidad saludable que formamos las personas interesadas en hábitos de vida saludables, promovamos mensajes generalizados en nuestro entorno para mantener físicamente activos a niños y adultos.
Como se ve en la imagen, los adultos pasamos más tiempo en casa, moviéndonos cada vez menos. La actividad física proporciona numerosas prestaciones sanitarias, algunas de las cuales incluso pueden ayudar directamente a combatir los efectos de la COVID-19. Para los beneficios sanitarios sustanciales, las personas adultas deben realizar entre 150 y 300 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa cada semana y limitar el tiempo sentados. Los niveles recomendados de actividad física son alcanzables, incluso en casa.
Si combinamos una mayor actividad durante el día con sesiones de ejercicio, se pueden alcanzar 150 minutos a lo largo de la semana. El comportamiento sedentario puede reducirse aún más, rompiendo esta postura con breves pausas activas.
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Empecemos con las soluciones que están a nuestro alcance y que tendrán repercusión directa para beneficio de nuestra salud.
No te sientes a ver el problema, muévete hacia la solución.
1. Hall, G. et al. (2020) ‘A tale of two pandemics: How will COVID-19 and global trends in physical inactivity and sedentary behavior affect one another?’, Progress in Cardiovascular Diseases, 0(0), pp. 1–2. doi: 10.1016/j.pcad.2020.04.005.
2. Kirwan, R. et al. (2020) ‘Sarcopenia during COVID-19 lockdown restrictions: long-term health effects of short-term muscle loss’, GeroScience. GeroScience, (Cvd). doi: 10.1007/s11357-020-00272-3.
Imagen adaptada de: Kirwan, R. et al. (2020) ‘Sarcopenia during COVID-19 lockdown restrictions: long-term health effects of short-term muscle loss’, GeroScience. GeroScience, (Cvd).
Para citar este artículo: Bonilla-Sánchez J. Las consecuencias de esta pandemia que no vemos ahora y podemos evitar. Fisiosaludable 2020 nov;25(18).
