Es sabido que las personas que sufren de cáncer, además de verse afectadas por la propia enfermedad, deben enfrentarse a multitud de síntomas durante el proceso oncológico e incluso después de haber superado la enfermedad. Entre ellos, destaca la fatiga relacionada con el cáncer.
Este tipo de fatiga se define como una sensación subjetiva de cansancio o agotamiento (de tipo físico, emocional y/o cognitivo) relacionada con el cáncer o su tratamiento. Es persistente y genera angustia en el paciente, ya que se caracteriza por su intensidad y no ceder o disminuirse con el descanso. Es decir, no es proporcional a la actividad que pueda tener el paciente. Por tanto, interfiere negativamente en su función y la calidad de vida.
La fatiga es uno de los síntomas más prevalentes: afecta a entre un 70 y 100% de los pacientes que están siendo tratados por cáncer.
En algunos tipos de cáncer, como el de mama, este tipo de síntoma lo sufren aproximadamente un 70% de los pacientes durante el tratamiento o de manera posterior a la cirugía. Además, interfiere en la vida del paciente más que el propio dolor.
¿A qué se debe?
Su origen o etiología es desconocido. Es decir, se desconoce los mecanismos específicos que hacen que se desarrolle. Sin embargo, se sabe que tanto factores fisiológicos (anemia, estado nutricional, tipo de tratamiento…) como psicológicos (ansiedad, depresión, falta de sueño) influyen en la fatiga.
¿Se puede mejorar?
Actualmente, para la mayoría de tipos de cáncer, la evidencia científica tiende a recomendar un tratamiento no farmacológico para reducir la fatiga, en las cuales el ejercicio físico cobra especial protagonismo, tanto durante el tratamiento del cáncer como después del mismo. De hecho, este síntoma empeora al disminuir la actividad física, y cuanto menos activo está el paciente, más fatiga aparece, creando un ciclo de empeoramiento que se puede romper desde el ejercicio físico.
Por tanto, el paciente, además de tener una vida activa (actividad física), es primordial realizar ejercicio físico. Con este último fin, se recomienda acudir a un fisioterapeuta como profesional sanitario para que paute la dosis de ejercicio atendiendo a las características de cada paciente (fuerza, capacidad respiratoria, síntomas, estado funcional,…). De este modo, adaptará y personalizará el ejercicio terapéutico a las necesidades del paciente.
Puedes seguir leyendo: Actividad física y ejercicio en el cáncer: Cómo comenzar.
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Para citar este artículo: Roldán-Jiménez C. Fatiga relacionada con el cáncer. Fisiosaludable 2019 feb;18(1).
