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Es el nuevo paradigma del dolor. Sin cerebro, no hay dolor. No se necesita un cuerpo para sentirlo, sostuvo Ronald Melzack. The tissue is not the issue. No necesitamos un tejido dañado para sentir dolor.

Realmente, ¿qué entendemos por “cerebro”?

No creo que haya consenso entre los que aceptamos el nuevo paradigma.

Para unos, el cerebro modula el dolor, lo suaviza o amplifica, en función de emociones, miedos, catastrofismos y desánimos. Lo “físico” se modifica por lo “psicológico”. Lo que procede es la auditoría de la persona, el auxilio del psicólogo.

Para otros, un daño pasado dejó marcada la red neuronal, dejando caminos facilitados (potenciación a largo plazo) en los “circuitos del dolor”, tal como sucede con el estrés postraumático. Los estímulos inofensivos acceden a esos caminos y confunden al cerebro, facilitando información anómala, como si los tejidos siguieran lesionados.

En el primer caso el nuevo paradigma se queda bastante deslavazado. Se limita a sostener que el dolor puede estar influido por factores psicológicos.

En el segundo se sigue atribuyendo importancia a los tejidos, aun cuando ya hayan sido reparados.

El paradigma del cerebro se complementa con la etiqueta de éxito “Sensibilización Central”.

Lo que explica que estímulos inocuos resulten dolorosos es un estado hipersensible de los centros que procesan la información somatosensorial. Podría ser por los factores psico-emocionales (primera opción) o por el bombardeo nociceptivo de una supuesta lesión aguda previa (2ª opción), con la colaboración de la glia (macro y micro).

Aun reconociendo que las dos opciones pueden ser competentes, opino que la cuestión fundamental queda obviada o en un segundo plano.

En ausencia de un daño que explique y justifique el dolor, estamos ante un error evaluativo: peligro donde no lo hay.

Lo que procede es analizar los caminos que conducen a ese error para tratar de enderezarlos.

"En ausencia de un daño que explique y justifique el dolor, estamos ante un error evaluativo"

¿Es sólo el individuo con sus singularidades psicoemocionales o el impacto del camino hollado en los circuitos por un daño inicial o hay algo más sustancial? 

Pienso que sí, que la función evaluativa se construye al calor del aprendizaje y que en este aprendizaje puede influir todo pero, en nuestra especie, es la instrucción experta, la influencia social, la imitación-observación, lo que hace que el cerebro cometa más o menos errores evaluativos.

Creo que urge una autocrítica de la instrucción experta. Los pacientes creen y esperan en aquello que se les ha enseñado a creer y esperar.

"La función evaluativa se construye al calor del aprendizaje"

Toca exculpar al individuo y entonar el mea culpa cada cual.

Tampoco es tan complicado. Se saben cosas nuevas pero las ignoramos activamente o no las aplicamos. 

Lo que procede es difundir el conocimiento y exigir que se aplique.

“Cerebro” es creencias y expectativas. Revisémoslas y modifiquémoslas y dejemos en paz al individuo.

No brain, no pain.

No se necesita un cuerpo dañado para sentir dolor. Basta con un cerebro instruido en el alarmismo, en los sesgos de confirmación, en la adicción a las terapias, en la ignorancia de su responsabilidad.

Know pain, no pain.


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