A cada momento la propiocepción es quien contesta esta pregunta al cerebro, ayudándolo para controlar todos nuestros movimientos enviándole información sobre la posición de todas las partes del cuerpo y la velocidad a la que se están moviendo.
El cerebro solo es capaz de enviar instrucciones al cuerpo sobre qué hacer una vez conoce su estado. Por ejemplo, si andamos de puntillas o nos ponemos boca abajo, adapta los movimientos a esa posición.
También el sistema de detección de los oídos, es fundamental en esta toma de decisiones pues es quien nos dice si estamos perdiendo el equilibrio, de manera que podamos corregir nuestra posición.
Esto es gracias al oído, pero más concretamente a una parte llamada canales semicirculares, situados cerca de la cóclea. Estos canales están llenos de un líquido espeso que se amontona en casos en los que nos inclinamos, hacemos giros o nos ponemos boca abajo.